No hay mayor tesoro que el Conocimiento, la Gnosis, y tampoco mayor aventura que la que conduce a él. Nuestra vida, si se quiere plena, ha de desarrollar aquellas posibilidades que pertenecen a los estados de su conciencia más elevados, es decir que trasciendan la realidad sensible que, no olvidemos, es un reflejo de las realidades suprasensibles y metafísicas, las únicas que pueden llevarnos a la realización integral de nuestro ser. Por eso, iniciar el viaje del Conocimiento es estar ya, de alguna manera, iluminado por la luz de esas realidades, una luz todavía pálida aunque suficiente para quien está sumergido en las tinieblas.

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